Alice in Murderland
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Armand Shieldrose... guardaespaldas de la Reina

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Armand Shieldrose... guardaespaldas de la Reina Empty Armand Shieldrose... guardaespaldas de la Reina

Mensaje por Armand Shieldrose Jue Jul 07, 2011 9:13 pm

~ Nombre Completo: Armand Shieldrose...

~ Apodo/Alias: Armi, Andy, "loquesea" (los tres primeros solo para Kirakishou)... para el resto es simplemente Shieldrose: "Escudo de Rosa"

~ Estatus: Puede ser "noble", ya que es algo así como el hermano mayor de Kirakishou, pero se le suele considerar como su guardaespaldas personal, la persona más cercana y de confianza a la Reina de Corazones, y comandante a cargo de la Guardia Real (temporal; está en busca de alguien que pueda ocupar ese puesto para dedicarse enteramente a su "hermanita").

~ Raza: Guardia Real

~ Sexo: Masculino/Hombre

~ Edad: Desconocida, pero se cree que se encuentra alrededor de los 20 años...

~ Orientación: Bisexual; heterosexual exclusivamente para Kirakishou. Con los hombres resulta un activo tierno y protector, y un pasivo más bien tsundere.

~ Apariencia Fisica:
Es poseedor de un cuerpo de singular apariencia estilizada, tan delicado y flexible que rebela hasta cierto punto la agilidad de la que está orgulloso, siempre erguido del todo en su metro ochenta y siete para intentar espantar un poco las ideas de quienes llegan a confundirle con alguna fémina en el primer vistazo. La aparente esbeltez de sus piernas y brazos resulta engañosa, pues frágil es lo último que Armand podría llegar a ser. De pies más bien pequeños, en contraste con sus manos de dedos afilados, largos, perfectos para un pianista… o el espadachín que es. Torso delgado, con el pecho y estomago apenas muy suavemente marcado y que contribuye en gran parte a tomarle por débil (aunque rara vez se muestra sin alguna prenda que cubra esa zona); algo que llega a molestarle particularmente es que cuente con una cintura estrecha, que resalta un poco más sus caderas.
Su piel cuenta con la particularidad de ser tan clara como la leche, blanca sin llegar a ese pálido enfermizo, y siendo agradable al tacto, sedosa, lo que lleva a pensar que o no ha pasado por un solo infortunio o bien es metrosexual; ni una ni la otra. Sin embargo, tiene una marca irrumpiendo en ese agradable cuerpo que siempre le llena de odio y furiosa tristeza, vergüenza: su espalda es cruzada por una blanca y lisa cicatriz que va desde el hombro izquierdo hasta las caderas derechas. Un recuerdito del gato de Cheshire.
Bien, pasemos a su cabeza… tiene un rostro más bien ovalado y de extremos suavizados, fino, libre de cualquier defecto al menos en lo que a su epidermis se refiere, de labios finos salpicados de un muy tenue tono rosado que suelen mantenerse en un neutro rictus o bien ser cruzados por una apagada sonrisa cínica, nariz pequeña y hasta cierto punto respingona. Se puede decir que lo que más resalta en este joven no es esa silueta andrógina, si no las largas hebras lacias, totalmente blancas, que caen libres hasta rozar el inicio de sus muslos, cabellos sedosos que no consiguen esconder en lo más mínimo los ojos, de apariencia algo rasgada, de un increíble tono plateado tan gélido que parece cambiar junto con su humor: ante la tranquilidad y tristeza, entre otros, sus orbes están bañadas de un gris apagado. La excitación, felicidad, emoción… ahí es cuando se puede confundir con la reluciente plata liquida.

En cuestión de ropa, suele ir vestido con un uniforme gris y con el cabello recogido en una larguísima trenza nívea cuando debe de acompañar a su Reina fuera del castillo, o en todo caso, en reuniones con otros miembros de la Corte, presentaciones… fuera de eso, sus prendas son sencillas, optando casi siempre por tonos blancos o negros, y camisas de manga larga. En conjunto, de porte elegante y facciones serias que solo aumentan su atractivo.


~ Foto:
... cuando se encuentra en algún evento social o acompañando a su reina públicamente fuera de las habitaciones de ésta…
Spoiler:
... normalmente...
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~ Personalidad:
Ciertamente… no hay demasiado que decir de su forma de ser; sus labios están diseñados para esbozar una delgada y atractiva sonrisa cínica que puede fastidiar al poco a más de uno, pero en realidad rara vez los curva para mostrar esa emoción o el sarcasmo. Frente a todo desconocido, su rostro no cambiara en lo más mínimo, no dejara atrás esa seriedad prácticamente gélida y que resulta intimidante, puesto que se basta de miradas para poder dejar en claro si estas tocando terreno pantanoso o no; es desconfiado de cualquier otra persona que no sea su Reina, más que nada porque en su posición no puede… no debe de permitírselo. Es demasiado peligroso y no puede darse el lujo de actuar con inocencia y buenos deseos; si deseas que baje un poco la guardia, tendrás que dedicarle mucho tiempo o por lo menos lograr actos que demuestren tu valía… jamás aceptara estar cerca de alguien con un corazón podrido. Con obvias excepciones. Se pondrá automáticamente a la defensiva si nota algo que pueda ser un peligro potencial para su hermanita o si por lo menos sale a relucir, estará mucho más atento y cortes de lo que pudo ser antes… claro, todo depende también de con quien este dialogando.

Pero en el interior, es un joven que solo busca algo de tranquilidad, cuya gentilidad raya a lo impensable gracias a la neutra serenidad con la que desarrolla su trabajo frente a otros. En intimida con Kira, escapa un poco más su verdadera forma de ser, con ciertos toques de burlesca diversión, una atenta dulzura a todo lo que ella pueda desear con el fin de evitar enojos de su parte; pero por ende, no puede actuar con toda la naturalidad que quisiera por el temperamento frágil de su jovencita con caprichos de cría. Para quien logre acercarse lo suficiente… es difícil recibir de una verdadera y agradable sonrisa, dando a relucir parte de la inseguridad que siente debido a que muy posiblemente rehuirá la mirada contraria y un débil sonrojo remarcara la timidez.
Lo único que agrada de su cuerpo a Armand son sus cabellos, sedosos y pálidos como el brillo lunar; odia el resto de su cuerpo, refugiado en un hondo desprecio que nació después de la primera violación del gato y que redujo su autoestima a unos pocos granitos de arena... sin embargo… resulta un poco temperamental cuando atacan directamente al orgullo respecto a sus habilidades; no les conviene. No creo que deseen tan pronto un corte de cabello y algo más…


~ Gustos:
Las buenas lecturas (gusta mucho de leer, aunque su tiempo libre suele ocuparlo en estar con Kira, Kadjat, o entrenando). Las noches en las que las nubes se encuentran despejadas y se puede ver la luna llena. Los días lluviosos; adora sentir esas diminutas gotas golpeando su rostro y empapándole entero. La (poca) gente amable que tiene un poco de consideración con el resto (aunque jamás lo admitiría abiertamente frente a Kira; sería como decir que le… agradan los rebeldes). Las comidas muy ligeramente picantes ¡Las manzanas! Tiene un gusto muy apegado por ese fruto, así como para las cerezas.Nadar… gusta mucho de poder quedarse sencillamente flotando y cerrar los ojos. Sentir el viento golpear su rostro con violencia y alborotar su cabello mientras cabalga sobre su corcel.

~ Disgustos:
La gente arrogante (aunque el mismo suela serlo en un par de ocasiones) o que pretenda ser superior a otros abiertamente. Las mentiras y engaños; es por eso que le duele tanto ocultarle, aunque sea por miedo, a Kirakishou la razón de ser de su cicatriz. El apio; lo detesta con el alma (xD). Que las personas murmuren a las espaldas de otros… o en todo caso, de su Reina. Esta más que dispuesto a interrumpirles amablemente que no es inteligente hacer comentarios así de ella.Los seres fastidiosos que siempre tienen una prepotente sonrisa en labios. Pese a que le gusta el agua, no que este recargada en el ambiente, y menos si hace calor: calor + humedad = molestia.

~ Fortalezas/Habilidades:
Es un diestro espadachín, cuando lleva el uniforme siempre se puede notar una espada enfundada a su cintura, y así o en ropas normales, siempre lleva cuchillas ocultas por todo el cuerpo, como por ejemplo, dentro de las mangas.
Tiene gran resistencia al dolor, por una parte gracias a los experimentos del Sombrerero y en otra por los duros entrenamientos y abusos del gato de Cheshire.
Es poseedor de una buena agilidad que le permite correr a gran velocidad o trepar casi donde sea.
Puede caminar sin titubear por un sitio tan oscuro como boca de lobo, perfecto para situaciones en las que tiene que actuar de espía o acercarse sigilosamente en mitad del Bosque Negro, ya que sus orbes están más adaptados a la noche (de forma natural) que al día.


~ Debilidades:
No es capaz de defenderse debidamente en sitios estrechos, puesto que sufre de una ligera claustrofobia (tal vez un recuerdo inconsciente cuyo culpable es su “creador”).
Dado a que sobrelleva tan bien las heridas y torturas, en ocasiones no es capaz de notar su propio límite. Por lo mismo, su cuerpo puede quedar repentinamente paralizado o caer por la falta de sangre.
No puede mantener por excesivo tiempo el ritmo o no tendrá suficiente entereza para pelear, y solo es capaz de llevar un peso extra que ronde alrededor de los cincuenta kilos, no más.
Cualquier luz lo suficientemente fuerte, o un sitio demasiado iluminado puede causarle un grave problema para la pelea, puesto que sus ojos son sensibles a ello.


~ Miedos:
Perder a Kirakishou; en el fondo, siempre ha ocultado el que no le interese realmente si ella es la Reina de Corazones o no, pues bien podrían ser unos simples habitantes de aquel país… pero tiene el temor latente de que ella pueda dejar de quererlo o no poder protegerla un día de estos… ella lo es todo.
Ser atrapado por los rebeldes y dejar desprotegida a su Reina (nótese, no le teme a morir o ser torturado).
El gato de Cheshire y el Sombrero Loco: desde que tiene memoria, el padre de Kirakishou le sometió a un duro entrenamiento para que fuese el protector personal de esta, ya que así estaba planeado, y el mismo Armand deseaba fervientemente eso más que otra cosa. Más que miedo, odia al gato, puesto que cada noche le violaba (aunque por lo mismo se volvió aún más resistente al dolor) y encima le dejo aquella cicatriz que marca su espalda. Sobre el Sombrerero… no puede explicarlo, puesto que ha perdido esas memorias, pero le produce escalofríos estar cerca de él y naturalmente le rehúye.


~ Historia:
Hasta este momento, ya saben algunas partes vitales del relato que es la vida de Armand Shieldrose, cuál es su oficio, sus deseos casi obsesivos de tan solo permanecer al lado de la jovencita que adora con el alma, su incluso plácida situación al vivir en el Palacio de Corazones…
Pero hay una parte de la historia que incluso el ignora, y que por más veces que haya pretendido arrancar la verdad de la boca del sádico gato de Cheshire, en ninguna ocasión salió vencedor de esos encuentros, teniendo que resignarse a vivir con su pasado en blanco y trazando el futuro entrelazado entre los cabellos de su única adoración. El tiempo es extraño. Hace más de dos décadas que un diminuto bebé de cabello como el azabache y ojos tan blancos que sus padres temieron fuera ciego nació, dejando aturdidos a esos con su agudo berrido apenas tomar el primer trago de oxígeno en brazos de un sonriente médico, que se cercioraba que estuviese en perfecto estado. Al fin, tenían a su pequeño Armand con ellos después de un embarazo dificultoso, su primer y precioso hijito… ¿vivían en ese mundo tan retorcido que es Murdeland? En realidad no, eran gente de “la superficie”, una tranquila familia que a los meses (tiempo suficiente para que la agotada madre se recuperase) se alejó de las transitadas ciudades para poder tener la vida tan agradable que la gentil y ahora radiante pareja deseó. Una historia común. Dos adultos y un pequeñajo balbuceante de ahora un año que al fin encontraron el lugar ideal a plena planicie boscosa, un claro más bien reducido que formaba uno de los círculos de un “8” que se emparejaba junto al precioso lago encontrado: justo lo soñado para los amantes de la naturaleza, la belleza y la paz. Un sitio perfecto para crecer. Y un par de ojos siniestros que observaba desde las húmedas sombras la construcción de la casita, con particular interés en el niño ahora regordete que la mujer siempre llevaba en brazos: muy joven aun como para escaparse, saludable, pero no había prisas… en un par de años… sería fácil llevárselo y seria el dulzón bocadillo perfecto para alguna de la cruentas criaturas de ese tétrico mundo escondido bajo nuestros pies.

Un bosque al que nunca debieron entrar; y una realidad no conocida.

Como el agua pacifica que se precipita de algunos nubarrones y fluye hasta unirse con el lago frente al que ese niño creció, el tiempo se deslizó con dicha para la familia; esos pálidos ojos con los que fue recibido el menor se oscurecieron apenas una pisca, regalándole el tono del mercurio, pero sin dejar de ser más bien sensibles al exceso de luz que solía haber a plena día, a los reflejos líquidos. Aprendió a andar… a hablar… su madre jugueteaba siempre con él a la orilla de la laguna hasta que aprendió a nadar mientras su padre se esforzaba con pescar (aunque casi siempre tuviesen que viajar para traer los alimentos y demás); y casi siempre sacaba de quicio a los pobres adultos, pues miraba con orbes soñadoras las profundidades de aquel apretado conjunto de árboles, preguntándose si escondería los mágicos secretos que resguardaban los cuentos nocturnos, si se toparía con un hadita, o tal vez con algún pajarito herido, como sucedió ya una vez. No había lobos, ni seres agresivos en los alrededores: ninguno conocido por el hombre común, al menos. Y puesto que el crio tenia espíritu aventurero, apenas cumplir los cuatro años se alejó corriendo entre las raíces húmedas y las crujientes y pardas hojas que cubrían el suelo vivo en un despiste de sus progenitores: ya era grandecito, podía cuidarse solo. Le encantaba ser protegido por esas enormes sombras, notar el brillo de los ases de luz filtrándose entre los huecos del follaje… hasta que de refilón capto una criaturita de lustroso pelaje blanco; ¡un conejo! Un… ¿conejo con traje? Pero era un chiquillo apenas, algo así era incapaz de sorprenderle. Lo único que entendía, era que el animalito tenia prisas y de vez en cuando parecía regalarle una sonrisa retorcida entre que el menor tropezaba para alcanzarle… de repente el conejo desapareció, tragado entre una polvosa nube de hojas, y uno de los piecitos del pequeño resbalo del borde de un enorme agujero medio escondido entre las raíces. De un momento a otro, caía… gritaba… el oscuro abismo se lo tragaba brutalmente… todo se desvaneció. Un violento golpe le arrebato el conocimiento entre tanta negrura, sin captar más que una macabra mueca, pálida como luna en contraste.

¿Qué ocurrió entonces? Les diré que Armand no volvió a abrir sus ojitos plateados en mucho, mucho tiempo. ¿La razón? Inició cuando el Conejo Blanco, el que decidió que ese crio sería perfecto para algún sádico placer, enseño las presas que había atraído junto con la ayuda de algunas otras criaturas al retorcido gato de Cheshire, a quien pertenecía aquella sonrisa que recibió a nuestro niño. ¿Pudieran haber sido sus ojos? ¿Su inocencia? Era mucho más joven que el resto del “lote”, pero por alguna razón, aquel chiquillo termino en las manos del perverso gato… y de alguna manera… también en las del Sombrero Loco. Es una suerte que no despertara en todo el camino; aunque tal vez no hubiese comprendido que estaba a punto de ser parte de un experimento de dudoso éxito. La futura Reina de Corazones había nacido… y necesitaba un protector… alguien fiel que no temiese de enfrentarse a los rebeldes, a la muerte, con tal de mantenerla a salvo. Alguien que, en ese mundo cruel y traicionero, era inexistente. Y ese niño, con las experiencias del asqueroso “cariño” de los de “arriba”, era perfecto para la misión.
Las pruebas comenzaron, los cambios en ese diminuto cuerpo empezaron a mostrar respuestas positivas, los experimentos por una vez dieron sus frutos en lugar de convertir a la cobaya en un espectro mutante que muriese de la más violenta forma como resulto con sus antepasados, no más que alimento de quimeras ahora. Y con éxito, su mente tan infantil no se opuso en absoluto al burdo robado de memorias; pudiera ser por su juventud, pero el único defecto visible en todos los meses que duro preso en aquel enorme tubo, flotando inocente como era en un líquido de dudosa proveniencia, fue que sus hebras se tiñesen gradualmente de un niveo tan impecable como el de la nieve al caer: con un duro y adecuado entrenamiento, los genes implantados reaccionarían, su velocidad, agilidad, fuerza… todo mejoraría, hasta convertirle en una simple máquina de pelear. Pero el problema principal había cambiado. ¿Cómo lograr que ofreciese incluso su vida con tal de proteger una ajena? El y ella no se conocían. No había lazos. Entonces… había que forjar unos artificialmente, era la única manera, aprovechando el sentimentalismo que la naturaleza del crio aun debía de poseer. El gato había tomado su decisión.

Al fin… las orbes platinas del joven Armand se entreabrieron entre suaves quejidos por las punzadas en su cabeza después de casi más de un año atrapado en las manos de ese genio psicópata mientras que un tranquilo hombre con algunos detalles felinos mencionaba en voz alta nombres al azar, ignorándole olímpicamente… ¿debía de nombrar a su nueva mascota, no? “Me llamo Armand..”; tal vez ello resulto desconcertante para el gatito. ¿No se suponía que debería de haber olvidado todo recuerdo de su pasado? Sin embargo, la paz volvió a embargarle cuando noto que era lo único que el chiquillo podía llegar a recordar entre que comenzaba a aterrarse; pronto eso se fue. Él tenía una misión. Una única misión a la que debía de dedicarse en cuerpo y en alma, olvidada debido a un “pequeño” accidente con una criatura… fue su maestro de aquel retorcido país por unos días, entre que el menor se acostumbraba a un nuevo ambiente que su cuerpo naturalmente desconocía y rehuía… pero en el momento más necesario… al fin pudo ver a la razón de toda esa confusión.
Quedo prendado después de una única mirada. ¿Era… ella? Kirakishou… una pequeña y adorable bebé cuyos blancos cabellos decoraban una carita durmiente de ángel, tan tierna que tuvo que retenerse de acariciar sus sonrosadas y aterciopeladas mejillas. Preciosa. Aceptó, después de saber que no tenía una familia (o al menos ya no), qué no había nadie más que pudiera interesarse por él y que sin remedio, moriría… y ella peligraría… parecía más una tortura que un entrenamiento, pero ver la imagen de esa pequeña, llamarla “hermanita” por el inusual parecido, le relajaba. Los años pasaron… las pruebas eran más intensas, y Kira ya caminaba, colgándose de él y siendo estrujada gentilmente por unos brazos masculinos, que aunque delgados, ya eran resistentes. Pero el gato no dejaría sus viejos hábitos ni por su hija. Armand no pudo más que soportar las lascivas insinuaciones de aquel detestable ser al poco tiempo, comprendiéndolas conforme los roces eran más íntimos y el sentía mayor asco… pero no tenía a donde ir… las violaciones perduraron por años, y, para que no olvidara a “quien pertenecía”, una larga y pálida cicatriz le marca la espalda desde lo que parecerían ser sus dieciséis años…

Ahora, ha crecido, sin saber su edad exacta, pero rondando a los veinte… se cumplió lo deseado: entre Kira y Armand se formó el más fuerte lazo que pudiera haber en esa tierra recubierta de muerte y traición, siendo necesario uno del otro… ella es la nueva Reina de Corazones y el que ahora es su guardaespaldas no puede sino solo sentirse orgulloso, mirándola desde atrás, esperando un momento de soledad para poder abrazarla dulcemente como en los viejos tiempos y cubrir su carita de besos. Aunque en el fondo… duele… duele saber lo que hace, lo que desea… sin embargo, ella siempre será lo más importante… ¿no?


~ Otros Datos:
Tiene una montura personal llamada Kadjat, un hermoso y fuerte corcel de color azabache a excepción de sus patas, salpicadas de blanco, y una mancha más bien triangular en todo lo largo sobre su hocico, del mismo tono. Su crin, dejada crecer libremente, es de un apagado tono grisáceo. Se podría decir que es un caballo normal… excepto por el pequeño cuerno negro que nace a plena frente de su cabeza. Suele ser muy salvaje con cualquier otro que no sea Armand, o Kirakishou, quien más bien le pone nervioso; cuando nuestro espadachín era apenas un niño, ya bajo la tutela del gato de Cheshire, encontró a un precioso potrillo herido, al cual decidío cuidar. Desde entonces han estado juntos.
Spoiler:
Es sensible a luces fuertes, y sus pestañas, igual de albinas, no le ayudan demasiado.
Jamás, desde que tiene memoria, ha cortado su cabello blanco, dejándole crecer a placer desde el momento en que vio a la pequeña bebe que consideraría como su hermanita y protegida.
Tiene una curiosa manía con el cabello: depende a la apariencia de este, en ocasiones no puede contenerse el enterrar los dedos entre esas hebras suaves, comprobar esa sedosidad aparente, y acariciarlas. Es un impulso que trata de eliminar, puesto que sus facciones se ablandan en el proceso.
Es particularmente sensible en el área del cuello y las orejas.


~ Anime/Manga/Videojuego: Anime - Katekyō Hitman Reborn!

~ Nombre original: Superbia Squalo

"Nobody dies virgin, life fuck us all"
Armand Shieldrose
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Localización : Al lado de mi bella Reina de Corazones...

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